Mendigos, no sólo son
los que vagan mal vestidos,
entre las calles perdidos
suscitando compasión.
Los que habitan un rincón temblando de sed y frío,
con su estomago vacío, limosneando por doquier,
esperando un pan de ayer, en su oscuro desvarío.
En la misma situación
ricos de terno y corbata,
en su soledad que mata
con nada en su corazón.
Mascullan con desazón, teniendo techo y dinero,
buscan en su desespero, de amor, un sólo pedazo,
una palmada, un abrazo, tan igual que un limosnero.
Unos sufren por un pan,
los otros claman cariño,
tan frágiles como un niño
ambos por el mundo van.
Al fin los dos caerán, en el fango de su suerte,
igualados por la muerte, que no distingue en su paso,
cuando se ha cumplido el plazo, se va el débil y más fuerte.
Madres imploran llorando
de sus hijos atención,
abuelos que sin razón
mueren de pena esperando.
Niños que crecen gozando, de todo, menos ternura,
igual a la vida obscura, de un mendigo en su arrabal,
o esa vida de cristal, que ni el dinero lo cura.
Autor: Eliseo León Pretell
poeta peruano
“Ciudad Satelital”
Houston Texas, EE.UU.
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La vida es corta…
Sonríele a quien llora,
ignora a quien te critica
y sé feliz con quien te importa.
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