Es posible que esta sea
la sensación más desierta
la más desolada y yerta
del humano en su existir.
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Cristo lo pudo sentir
como en una herida abierta
Cuando rezaba en la huerta
horas antes de morir.
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Einstein se atrevió a decir
en la cresta de su fama:
mi alma suspira y reclama
en mi obscura soledad.
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Vive entre la humanidad
donde su hielo derrama,
con el que odia y más reclama,
hasta el que ama de verdad.
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Yo creo que la orfandad
es su hábitat preferido,
junto al huérfano sufrido
sin amor y sin consuelo.
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Donde el pan es un anhelo
lo demás, tiempo perdido,
soledad… frígido nido,
lágrimas sin un pañuelo.
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¡Ay soledad! previo duelo,
de la esperanza truncada
recuerdos de aquella amada
que optó por otro camino.
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Soledad tiempo y destino
de mi vida enamorada,
mi poesía rimada…
y mi oración al Divino.
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Autor: Eliseo León Pretell
Poeta peruano
“Ciudad Satelital”
Houston Texas, EE. UU.
Derechos reservados
E-mail: ellepre@yahoo.es
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Un hombre no envejece cuando se le
arruga la piel, sino cuando se le arruga
el alma, los sueños y la esperanza.
SHO SHAN
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