¡Soy tu niña grande, mamá... no te puedo olvidar!
Estoy en mi aposento, leyendo un libro de cuentos
que tú me leías cuando yo era niña...
Tengo en mi brazo la muñeca de trapo,
que tanto me gustaba y que tú, al verla en mis brazos,
siempre acariciabas mis mejillas y te reías...
Recuedo todo lo que tú me decías,
con tu dulce voz llena de melancolía...
Te recuerdo madre mía y no puedo olvidarte,
aunque ya soy una mujer bastante grande.
Siento tu mano suave acariciarme,
mientras me decías... Que bella eres, niña mía...
Así me dormía con un dulce sueño,
sin que nunca sintiera dolor en mi alma,
como ahora que soy grande y te siento...
Madre, si volvieras a mi lado te daría muchos besos
y pediría en mis rezos, que nunca te fueras,
porque soy tu niña grande ¡madre, del alma mía!
Que feliz yo sería, si aunque fuera una vez,
me quedara dormida con un beso tuyo en mi frente.
Son dulces recuerdos, que muchos no entienden.
pero madre querida, tú eres toda mi vida...
La madre que me dio la vida y que lindo sería
que tú vivieras junto a mí, madrecita mía...
No he crecido, soy todavía una niña,
así con estos pensamientos me quedo dormida
todos los días, leyendo el libro de cuentos
que tú me leías y abrazada a mi muñeca de trapo
con el mismo amor que cuando yo era muy niña...
¡Madre, léele un cuento a esta... Niña grande!
Autora: Evalyna